Mi General
No sé cuántas cartas he recibido ya de gente que me pregunta qué debemos hacer para salir de este cáncer que cada día crece y crece peligrosamente. Por supuesto que me siento tremendamente halagado pero injustamente reconocido y profundamente COMPROMETIDO.
Yo tengo una sola certeza sobre la cual podría jugarme la vida contra un pedazo de la uña del dedo chiquito del pie de cualquiera: cada hora que pasa nos aleja más de lo que ustedes y yo conocemos como Venezuela. Cada hora que pasa nos aleja a muchos de nosotros de nuestro hogar. Cada hora que pasa aleja a este país de la posibilidad de enrumbarse por el camino adecuado, el mismo por el cual se debió enrumbar hace muchos años.
Todo ser humano ha sido impactado por otro ser humano alguna vez en su vida. En mi caso, yo he tenido la suerte de conocer a muchos individuos que han dejado huella en mí. Algunos los he conocido personalmente, otros no. Uno de esos personajes que han hecho mella en mi conciencia se llama el General Efraín Vásquez Velasco a quien he tenido la suerte de ver en diferentes entrevistas que le han hecho en la televisión y la radio, luego de su histórica participación en los eventos del 11 al 13 de abril de 2002.
Personas como el General Efraín Vásquez Velasco, como la Prof. Carolina Jaimes Branger y tantos otros que existen o deben existir, dan la cara por el resto de nosotros que flaqueamos en un momento dado, cuando lo que debe prevalecer son los más inquebrantables principios que aprendimos en nuestros hogares y en nuestras escuelas.
Al General Efraín Vásquez Velasco lo he oído por la radio y visto muchas veces por la televisión explicar los eventos que sacaron del poder al Sr. Hugo Chávez Frías, así como las situaciones que lo regresaron al mismo lugar donde estaba en la noche del 11 de abril de 2002. Ha dicho mucho sin intentar buscarle la vuelta que lo pudiera eximir de cualquier error que haya cometido. Como yo no estuve presente en esos hechos y él sí, mal podría juzgarlo, en caso de que hubiera algo por el cual debía ser juzgado -- más que por una corte conformada por seres humanos -- por la historia misma, que a veces es todavía más injusta.
El General Efraín Vásquez Velasco ha comentado en muchas de sus entrevistas públicas, dos eventos TREMENDAMENTE IMPORTANTES donde pudiera esconderse la clave para recuperar la patria, en caso de que la mayoría de los ciudadanos de este país llegase algún día a considerar que está perdida o que esté en peligro de perderse. Veamos.
Uno de los oficiales más institucionalistas y rectos que ha pasado por la Dirección del Ejército de Venezuela -- el General Efraín Vásquez Velasco -- le dijo valientemente al Presidente Chávez en la noche del 11 de abril de 2002, que hasta entonces lo acompañaba y le sería fiel. Alegaba él que no podía hacerse cómplice con su fidelidad hacia la investidura del Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, ante la orden emanada del señor presidente de sacar al ejército a las calles para masacrar al pueblo venezolano. Aquello fue la espoleta que hizo explotar una serie de eventos anárquicos no programados ni planificados a muchos niveles de la sociedad, de las fuerzas vivas, de otros componentes de las Fuerzas Armadas y del propio gobierno tal y como estaba conformado entonces.
Toda aquella reacción en cadena fue provocada por el simple hecho de negarse el General Efraín Vásquez Velasco a masacrar a un pueblo que -- desarmado – pedía una solución política a la grave crisis que entonces ya vivía Venezuela.
Lo que vino después es digno de un análisis más profundo que no tiene que ver con lo que hoy nos ocupa: la recuperación de la patria. Sin embargo, cuando los afectos al régimen se agruparon y se organizaron, llamaron a su pueblo a las calles para defender al Sr. Chávez que se encontraba detenido en La Orchila, como todos nosotros sabemos.
Según el presidente fueron MILLONES de personas que se lanzaron a las calles. Según el General Efraín Vásquez Velasco fueron unas treinta mil. Vamos a aceptar que fueran unas diez mil… ¿cinco mil? Eran, sin duda, muchos venezolanos que salieron a las calles a pedir por la restitución del líder que ellos seguían.
El General Efraín Vásquez Velasco, como Jefe del Ejército y administrador de las tanquetas y de las tropas, estuvo – por segunda vez en su vida – ante la disyuntiva de masacrar a su pueblo, un pueblo diferente en lo ideológico al que se negó a masacrar días antes pero idéntico en lo humano y en su gentilicio a aquel que había salvado ya. ¿Es trampa lo que es igual?
Lo interesante de esta historia, más allá de la lealtad – a Dios gracias -- que el General Efraín Vásquez Velasco le guarda al ser humano como tal, es que tanto la “caída” como la “reposición” del Sr. Chávez fue producto del pueblo en la calle dispuesto a exigir lo que creía era justo.
Ese pueblo no estaba armado. No tenía como norte la violencia per sé, aunque estaba dispuesto a mucho. Ambos bandos merecieron sus logros… y el ejército no se prestó a la masacre.
¿Qué debemos hacer? Ya desde la tarde del 7 de abril, los efectivos afectos al régimen del Sr. Chávez, estaban planificando un plan defensivo. ¿Es que esperaban una insurrección? Según el General Efraín Vásquez Velasco no se sabía de nada en concreto que proviniera de las Fuerzas Armadas. No. La gente de Chávez se estaba preparando para una acción popular, cívica y esencialmente pacífica, tal y como sucedió. Una acción que tuvo éxito y logró sus objetivos, pero falló en la logística. He ahí el gran error de aquella gesta salpicada inútilmente con la sangre de nuestro pueblo.
¿Golpe de estado? ¿Auto golpe? ¿Vacío de poder? No, ¡despelote! Ante aquel despelote que siguió después, el oficialismo se dio cuenta de la debilidad organizativa de aquel “movimiento” sin otro dueño más que el pueblo mismo, y – como no había un líder – se nos metieron los chavistas por la retaguardia y ANTE NUESTRO FATAL Y MORTAL TRIUNFALISMO, mientras poníamos TODOS el caldo morado, nos sacaron del juego y aprendieron – ellos -- mil lecciones.
Eso -- a vuelo de pájaro y para no entrar en detalles -- fue la historia de cómo recuperamos la patria para perderla antes de que nos cantara un gallo.
Pero nos quedó el extraordinario e importantísimo testimonio del General Efraín Vásquez Velasco. ¿Quedarán más “vasquez-velascos” en las Fuerzas Armadas de hoy? Yo creo que sí. Yo creo que la mayoría de nuestros oficiales son como “mi” General. También creo que no habrá otra opción que ponerlos a prueba cuanto antes y confiar -- hoy, más que nunca -- en Fuenteovejuna.
El Hatillo, 22 de febrero de 2003